Necesidad de recuperarte, de volver a ver a tu mente, de restaurar la filosofía de bar y devolver el nonsense a este absurdo que me rodea y me acecha.
Dejar que, cerveza tras cerveza, nuestras lenguas se suelten y traigan de nuevo existencia a la sombra que proyecta mi cuerpo.
No te confundas, no te extraño, me gustaría no tener que volver a verte, sabes que a ratos ni siquiera te aguanto y desearía recorrer tu cuerpo, pero a puñetazos.
Y es que se confirma lo que siempre estuvo claro, nuestras mentes se encontraron, se fundieron, encajaron. Nuestros encuentros nunca fueron nuestros si no de ellas, se reunían y dialogaban y de cada conclusión recibían un poco más de vida.
Desde que mi alma y mi cuerpo impusieron su orden y decidieron que no podían ni verte, mi alma se fue quedando dormida, embotándose en la realidad, perdiendo cada día, un poco más de vida.